Desde la hecatombe de hace un par de semanas, las cosas no han mejorado mucho en mi empresa. Es curioso, pero esta habiendo un intercambio total de humor entre los que nos salvamos de la criba y los que se encontraron sin trabajo de un dia para otro.
Tras los primeros dias, donde unos nos congratulabamos de habernos librado de lo peor, y a los otros no se les quitaba la cara de asombro, hemos pasado al punto donde los otros se dan cuenta de que el mercado esta en ebullicion y van a encontrar trabajo en 10 minutos, y los unos nos preguntamos si de verdad merece la pena quedarse en un barco condenado a hundirse.
Y en ese contexto el embarazo de Marian entra en su recta final. Hoy me he dado cuenta de que queda menos de un mes para salir de cuentas y me han subido las pulsaciones de golpe (desde que soy triatleta, llevo el pulsometro puesto todo el dia :-) ).
Todavia no tenemos la mitad de cosas que nos han dicho nos tenemos que comprar, y de las que seguramente no utilicemos una tercera parte, asi que seguro que yo tendre que hacer una visita fugaz a un shopping mall cuando Marian se ponga de parto para comprar la bomba de leche, el esterilizador, biberones, chupetes, reciclador de panyales y secador de culo de bebe, o algo sobre el estilo. Y es que no hay nada mejor que dejar las cosas para ultima hora.
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